O diário foi escrito durante a guerrilha na Bolívia, entre novembro de 1966 e outubro de 1967. Essa edição foi revisada por Aleida March e inclui a introdução original escrita por Fidel Castro, quando o diário foi publicado pela primeira vez, em 1968.
Leia abaixo um trecho, em espanhol, do prefácio escrito por Camilo Guevara March:
“Casi un año de intensa contienda ha pasado; recientemente, por una delación, ha caído en una emboscada en Vado del Yeso el grupo de Joaquín; el cerco sobre la tropa del Che se cierra cada vez más y deciden abandonar la zona en busca de otra apropiada, donde logren desarrollar con eficacia las operaciones que permitan consolidar la lucha guerrillera. Comienza la tarde del 8 de octubre, avanzan los soldados y el combate se hace inminente.
Es trasladado hacia el precario recinto escolar de La Higuera un prisionero herido, ensimismado y casi sin aliento, apenas puede caminar erguido, enfrenta el peso que conspira contra la rectitud de sus hombros, el peso que acumula de los últimos meses, minado de calamidades, de enfermedades, de la muerte de amigos y compañeros, de la infidencia de otros supuestos, de la nada envidiada responsabilidad que tiene sobre vidas ajenas y cercanas, de las añoranzas por sus seres queridos. La carga sobre sus huesos se iguala a la suma de las fuerzas telúricas y, sin embargo, ahí están sin menguar, rectos, hirsutos, armados de convicciones, preparados para un próximo combate.
Más tarde, atado y recostado a la pared de adobe, en espera del veredicto que conoce de antemano, observa en silencio el deambular de los jefes esbirros a cargo de su custodia. Algunos más prepotentes que otros, como todo sicario en canto precoz de victoria, intentan esporádicamente vejar a quien consideran la víctima, pero el respeto que inspira y la fuerza que emite su pétrea mirada, esa que acostumbra a calar profundamente en todos, frena el ímpetu a la cobardía, que inmediatamente se convierte en confusión.
Ante ellos se encuentra una tremenda disyuntiva, por una parte tienen en sus manos a uno de los revolucionarios más prominentes que hayan conocido, quien puede convertirse en una prueba viviente de una supuesta agresión extranjera o de un macabro plan del comunismo para apoderarse del mundo; por la otra, un acusador pertinaz, hombre virtuoso y de argumento sólido, capaz de transformar cualquier tribunal en tribuna. Incluso, sin importar el resultado de un pretendido juicio legal, este se convertiría en un peligroso juego político con un final incierto.
El Ejército de Liberación Nacional de Bolivia se ha dado a conocer, ha realizado múltiples acciones casi siempre con éxito, sin que lo haya podido impedir nadie; ni la opinión pública nacional ni el mundo han estado ajenos a los acontecimientos. Se respira un aire de simpatía por doquier, aun cuando ciertamente, no se haya reportado la incorporación masiva de las fuerzas que debieran integrarse.
Los hechos acaecidos en el trascurso de estos meses, han dado un enorme reconocimiento a la guerrilla, se ha preparado el terreno para que en relativo corto plazo se comiencen a recibir los frutos esperados. Por tanto, este es un momento muy delicado para el statu quo, los interesados en mantenerlo deben intuirlo y preconizan despiadadamente un fin.
Resulta paradójico hacer de una escuela una cárcel, pero es sencillamente inútil, si no torpe y criminal, el pretender matar las ideas con un fusilamiento, allí donde se supone que fecunden. Se respira un aire de venganza, es el tipo de actitud que encarnan aquellos que invariablemente defienden sus «causas» con métodos nada edificantes y sutiles.
En los breves momentos de quietud, forcejeando un poco contra sus amarras para aliviar el entumecimiento de los miembros, se despide de sus recuerdos, acompañado de su esposa, rodeado de sus hijos, sus familiares, de los amigos y compañeros más próximos, de su Argentina, de su Cuba, del mundo y de Fidel. Se preocupa por la suerte de los que lograron salir vivos del enfrentamiento, piensa…”